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Publicado: Lunes, 22 Abril 2024 12:40
La tendencia al calentamiento podría significar un cambio drástico en los sistemas de la Tierra que no pueda ser revertido en una escala de tiempo humana.
WASHINGTON.- Para esta misma época del año pasado, los científicos constataron con incredulidad que el calor de los océanos se había disparado a niveles récord y se preguntaban qué podría haberlo desencadenado: nunca se había visto un salto tan drástico en la temperatura superficial de los mares.
Entre las posibles causas, los científicos exploraron su posible vinculación con el fenómeno de El Niño, un patrón climático que suele calentar las aguas del Pacífico, así como la potencial influencia de calentamiento de la menor contaminación de los buques cargueros y hasta una gran erupción volcánica. Pero nada explicaba que ese flujo de agua caliente se mantuviera durante meses y esparciera olas de calor sobre la superficie de todos los océanos.
Ahora, esa ola sin precedentes de calor oceánico ingresa en su segundo año, y los científicos advierten que puede significar un cambio drástico en los sistemas de la Tierra que no pueda ser revertido en una escala de tiempo humana.
Y llegan a esa conclusión porque lo que están viendo en los océanos “no cierra”, señala Gavin Schmidt, director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA.
“Podría implicar que el calentamiento del planeta está alterando de raíz los sistemas que rigen el comportamiento del clima, y mucho antes que lo anticipado por los científicos”, escribió Schmidt en una columna en la revista Nature.
La temperatura “rompió todas las marcas”
El calentamiento oceánico se ha extendido mucho más allá de las porciones del Pacífico afectadas por El Niño.
En gran parte de la cuenca del Atlántico, por ejemplo, la temperatura superficial del agua está 1°C o 2°C por encima de la base de comparación 1971-2000. Y en algunas aguas de lugares tan distantes entre sí como Sudáfrica, Japón y los Países Bajos, esa anomalía es de 3°C, según datos satelitales de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
La ola de calor oceánico también coincide con temperaturas atmosféricas nunca antes observadas. El año pasado, la temperatura promedio del aire a nivel global fue la más alta que haya conocido la humanidad, y tal vez llevó al planeta a su pico de calor en más en 100.000 años. Ahora los climatólogos predicen que 2024 podría ser aún más tórrido.
Pero un calentamiento tan dramático en todos los océanos de la Tierra es aún más alarmante, ya que para calentar el agua hace falta mucha más energía que para calentar el aire, apuntó Celeste Saulo, secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
“La escala de tiempo de los océanos es más lenta que la de la atmósfera”, señaló Saulo. “Cuando en los océanos se instala una tendencia, yo diría que es casi irreversible en una escala de tiempo de siglos o milenios”.
En su informe anual sobre el estado del clima, la organización señala que el año pasado los indicadores climáticos “le imprimieron un nuevo y ominoso significado a la frase ‘romper todas las marcas’”, y agrega que a lo largo de 2023 la ola de calor se extendió a más del 90% de la superficie de los océanos.
Las temperaturas más anómalas se registraron en el este del Atlántico Norte, el Golfo de México y el Caribe, el Pacífico Norte y vastas extensiones del Océano Austral, señala la OMM. Desde abril de 2023, las temperaturas medias globales de la superficie del mar alcanzan un nuevo récord todos los meses “y por un margen particularmente amplio”, advierte la organización.
Impacto profundo… e impredecible
El calentamiento de los océanos del mundo ya tiene efectos devastadores sobre los arrecifes de coral. En marzo, una franja hasta ahora mayormente virgen de la Gran Barrera de Coral de Australia fue azotada por fatales niveles de calor, y se repitió el blanqueamiento y la mortandad de los corales que se vio el año pasado en las aguas de Florida.
Incluso, este miércoles se informó que el arrecife experimentó su peor caso de blanqueamiento jamás registrado, informaron las autoridades a cargo. “Los impactos acumulados experimentados este verano han sido más altos que en veranos anteriores”, indicó la Autoridad del Parque Marino australiano en un comunicado.
Calificada como la estructura viviente más grande del mundo, la Gran Barrera de Coral mide 2300 kilómetros de largo y alberga una enorme biodiversidad, incluidos más de 600 tipos de coral y 1625 especies de peces. Sin embargo, evaluaciones aéreas efectuadas por equipos científicos muestran que unos 730 de los más de 1000 arrecifes de la barrera perdieron color.
El blanqueamiento ocurre cuando el coral, para sobrevivir en las altas temperaturas, expele un alga microscópica llamada zooxanthellae. Si persisten las altas temperaturas, el coral pierde color y muere. Se trata del quinto blanqueamiento masivo del arrecife en los últimos ocho años.
Otros efectos tardarán más en manifestarse. Existe la preocupación de que el calentamiento del agua y el derretimiento de los hielos estén llevando al colapso de una corriente clave del Océano Atlántico. Se desconoce cuál sería el punto de inflexión, pero tendría un masivo impacto en los ecosistemas y patrones climáticos submarinos.
También es probable que se produzca un efecto dominó sobre la vida marina.
En el Golfo de Maine, donde el calentamiento de las aguas es mucho más acelerado que en los océanos del mundo en general, los investigadores ya han detectado los problemas que tienen algunas especies importantes, como el bacalao y el arenque, para encontrar aguas frías dentro de su área de distribución geográfica normal.
Hay muchos peces que ahora crecen más rápido que lo normal durante las primeras semanas de vida, pero luego se estancan y no terminan de desarrollar, señal de que no reciben suficientes nutrientes o de que el calor está estresando sus funciones vitales, apuntó Katherine Mills, científica del Instituto de Investigación del Golfo de Maine.
Como las temperaturas observadas durante el año pasado son tan extremas en comparación con el pasado, cada vez es más difícil predecir con cierto grado de certeza cuáles serán las consecuencias, señaló Mills: las condiciones cambian tan aceleradamente que los datos existentes sobre los ecosistemas quedan obsoletos casi de inmediato.
“Los modelos predictivos siempre tomaron en cuenta la variabilidad de la temperatura de los océanos, pero ahora el rango de esa variabilidad es algo nunca visto”, indicó Mills. “Creo que es un verdadero llamado de alerta”, añadió.
Y no hay señales de enfriamiento…
Los científicos no saben si el calentamiento extremo del océano se frenará, ni cuándo. Hasta ahora, ninguna de las teorías que han propuesto para explicar lo impulsa este fenómeno logra responder todas las preguntas.
Es probable que parte del actual calentamiento oceánico esté relacionado con una disminución de la contaminación atmosférica causada por los buques cargueros: cuantas menos emisiones, más luz solar que llega a la superficie del agua. Y la erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, cerca de la nación insular de Tonga, en 2022, liberó a la atmósfera grandes cantidades de vapor de agua, un gas de efecto invernadero que calienta el planeta. Pero ninguno de estos factores alcanza para explicar el drástico aumento del calor de los océanos.
Las temperaturas oceánicas empezaron a subir descontroladamente hacia abril del año pasado, en las postrimerías de una racha de tres años consecutivos bajo efectos globales del patrón climático de La Niña, la contracara de El Niño y conocida por refrenar el calentamiento global.
Según Boyin Huang, un oceanógrafo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica específicamente abocado al análisis de la temperatura del océano, gran parte de este salto en el calor oceánico podría explicarse por el apagamiento de La Niña y la transición a una temporada históricamente fuerte de El Niño, conocido por aumentar la temperatura del planeta.
Por lo tanto, es posible que a fines de este año las temperaturas del océano se moderen, y se pronostica que regresarán las condiciones climáticas de La Niña.
Pero habrá que ver si el regreso de La Niña será suficiente para contrarrestar significativamente el calentamiento o el poder de los gases de efecto invernadero. Si después del invierno las temperaturas del océano continuaran batiendo récords, parte de esa incógnita podría despejarse, dice Huang.
Si el calor récord persistiera incluso cuando regresara el fenómeno de La Niña, escribió Schmidt en su informe para Nature, “el mundo ingresará en territorio inexplorado”, con una incertidumbre sobre el futuro del clima que ni los científicos podrían disipar.
Fuente: lanacion.com.ar
Scott Dance
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
The Washington Post
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Publicado: Viernes, 19 Abril 2024 15:10
También la causa un arbovirus, que fue identificado en 1955. Por qué el cambio climático, la deforestación y la urbanización favoreció la propagación del patógeno según la Organización Panamericana de la Salud.
Este año, Sudámerica está siendo el epicentro de los brotes del dengue en el mundo, con más de 5 millones de personas afectadas. Al mismo tiempo, otro virus que causa una enfermedad similar ha estado aumentando su impacto en 4 países de Sudamérica: es la fiebre de Oropouche.
Se trata de otra infección que es transmitida a los humanos a través de insectos infectados, algunos de ellos son diversas especies de mosquitos. Aunque se diferencia del dengue en cuanto a las especies que pueden transmitir al virus. Esta última enfermedad es transmitida por hembras de mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus infectadas.
En diálogo con Infobae el presidente de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero, Alfonso Rodríguez-Morales, advirtió que existe el riesgo de que haya casos de personas con fiebre Oropouche en países como la Argentina. “Es posible, ya que allí están también presentes los vectores, pueden llegar personas infectadas, y puede haber transmisión”, afirmó.
El experto agregó: “Argentina, Ecuador y Venezuela deberían estar en alerta ante el riesgo de que haya personas con Oropouche en sus territorios. De hecho, Ecuador y Venezuela ya tuvieron casos en el pasado”.
En el ciclo silvestre, el virus Oropouche tiene varios insectos vectores: Culicoides paraensis, Coquilletidia venezuelenzis y Aedes serratus. En el ciclo urbano, los vectores son Culicoides paraensis y Culex quinquefasciatus, ambos muy comunes en los ambientes tropicales, según informó en enero pasado la Asociacion Panamericana de Infectologia.
“En términos coloquiales, decimos que los vectores de Oropouche son mosquitos. Aunque desde el punto de vista taxonómico, algunos insectos no son mosquitos, como el Culicoides paraensis”, dijo a Infobae Rodríguez-Morales, que fue uno de los coautores de la publicación de enero.
“En la Argentina, hasta ahora no se han reportado casos de personas afectadas por Oropouche. Pero hay que tener presentes que en nuestro territorio también habitan las especies de insectos que pueden transmitir el virus Oropouche”, explicó a Infobae Fabricio Tejerina, biólogo y director de vigilancia y control de vectores en municipalidad de Posadas, en Misiones. “Se debería invertir más en la vigilancia del virus Oropouche para que después no nos sorprenda como ocurrió con el dengue”, sostuvo.
En tanto, el doctor en Biología y especialista Mario Linares, del Instituto de Biología de Altura de la Universidad Nacional de Jujuy, en Argentina, comentó: “Como en todas las enfermedades transmitidas por artrópodos, hay riesgo de transmisión mientras el vector esté presente en una zona. Si hay circulación del virus en los países limítrofes es posible que llegue alguien al país trayendo la enfermedad y se genere un brote”.
“Los insectos Aedes serratus y Culex quinquefasciatus están ampliamente distribuidos en la Argentina”, señaló el doctor Linares.